Las teorías del Análisis Espacial

La posición teórica general del análisis espacial consiste en proponer una explicación parcial y posibilidades de previsión con respecto al estado y la evolución probable de los objetos/unidades geográficos, a partir del conocimiento de su situación en relación con los otros objetos geográficos.

No existe aún ninguna teoría general del espacio geográfico, que podría ser una teoría de las concentraciones, de los espaciamientos, de las estructuras espaciales y de la evolución de los sistemas espaciales, apoyada en el conocimiento de los comportamientos en el espacio y de las representaciones del espacio. Sin embargo, algunos subconjuntos bastante coherentes de proposiciones teóricas han sido elaborados y enriquecidos progresivamente. La mayor parte de estas teorías, que intentan explicar la localización y la distribución de las actividades humanas, se refieren al importante papel que desempeña la distancia, la cual por una parte frena las interacciones, y por otra parte hace variar el valor de los lugares en función de su situación geográfica relativa. La teoría centro-periferia, la teoría de los lugares centrales, la teoría de la difusión espacial de las innovaciones, son algunos ejemplos de éstas.

La primera teoría del análisis espacial es la de la diferenciación entre centro y periferia, que fundamenta la teoría de los lugares centrales. El espacio producido por las sociedades está orientado (anisótropo). Algunos lugares, seleccionados como centros, adquieren un valor social, simbólico y económico, que hace de ellos foyers hacia los cuales convergen flujos de personas, de energía, de materiales, de información, salidos de la periferia hacia el centro. Esta convergencia se llama polarización. La propiedad que tienen los centros de ofrecer a su periferia un cierto número de servicios se denomina centralidad. El funcionamiento de la centralidad supone que el centro mantiene en el transcurso del tiempo una buena accesibilidad para su periferia. Lo más común es que el centro ejerza también bajo diversas formas una dominación -que puede ser política, militar, religiosa, comercial o administrativa- sobre su periferia, lo cual se traduce en un intercambio desigual, una disimetría en el balance de interacciones entre centro y periferia, a favor del centro. Este proceso tiende a reforzar la acumulación de la oferta en el centro, lo que aumenta el grado de complejidad de sus actividades. Una difusión de las atenciones, de las funciones centrales o de las innovaciones en curso por una parte, puede operarse hacia la periferia, pero ésta no alcanza casi nunca a reducir totalmente las desigualdades entre el centro y la periferia.

La dimensión de la periferia polarizada por un centro depende del alcance de las actividades del centro, ligado a su nivel de complejidad, y de las modalidades de circulación entre la periferia y el centro, que históricamente acrecientan la velocidad de los desplazamientos y en consecuencia los alcances de los centros. Las interacciones entre centro y periferia, que obedecen al modelo gravitatorio, permiten definir la periferia como una zona contigua alrededor del centro, o como una red de lugares accesibles enconexidad. Ciertamente las distancias-tiempo y/o las distancias-costo son las que tienden a regular las interacciones.

Los centros emergen a una distancia característica de otro centro, llamada espaciamiento, que es medianamente igual al doble de su alcance, ya que los centros se escalonan como etapas de un itinerario o tienden a cubrir un territorio según un enrejado, que lo fracciona completamente. La regularidad del espaciamiento se refiere a la población o a las actividades que los centros presentan (y no a la distancia física). El espaciamiento medio entre los centros aumenta con su nivel de complejidad. De ello se desprende una organización jerárquica de la trama espacial de los centros.

La diferenciación del espacio en centros y periferias puede encontrarse en diferentes escalas geográficas. Esta organización multiescalar característica del ejercicio de la centralidad y la polarización incita a explorar el carácter fractal de los procesos evolutivos que engendran las configuraciones jerarquizadas de los lugares centrales y sus periferias.

Los centros entran en competencia para la captación de recursos de su periferia, y desarrollan innovaciones en el transcurso de su proceso interactivo. El desarrollo de las innovaciones depende de la acción de los actores localizados en el centro. Ésta consiste, o bien en una creación, anticipo y tentativa de explotar allí un beneficio, o bien en una imitación de una innovación ya lograda en otra parte; ambas actitudes constituyen una estrategia de adaptación. Las innovaciones impuestas o imitadas de este modo se difunden entre los centros, por proximidad o por difusión jerárquica. Un centro sólo adquiere un nivel de centralidad superior por acumulación o por aumento de la complejidad de sus actividades si logra competir con otros centros captando la ventaja inicial de un número suficiente de innovaciones. Este proceso tiende a regular el espaciamiento de los centros en todos los lugares donde las interacciones se producen en contigüidad durante un tiempo bastante largo, según la regla de la proximidad, y también conduce a una desigualdad creciente en el peso de los centros. Esto se refuerza con el juego de la expansión sistemática del alcance de las interacciones espaciales debido al crecimiento de la velocidad de las comunicaciones, lo cual determina una tendencia histórica a la contracción del espacio físico y a la extensión del espacio accesible a las interacciones.