Localización

El término designa, en primer lugar, la posición de un objeto sobre la superficie de la tierra con la ayuda de un sistema de referencia explícito, que es frecuentemente el de las coordenadas geográficas. Estas coordenadas, indispensables para localizar el objeto, representan la parte geométrica del S.I.G.. Se dice a veces que aquellas sirven para definir la localización absoluta de un objeto, aunque todas las medidas que definen esta localización sean necesariamente relativas a la referencia designada por convención. La medida de la localización absoluta es una medida estática. (Ver medición).

La noción de localización relativa o situación geográfica es más rica en cuanto define la posición de un lugar con respecto a la de otros lugares de naturaleza semejante, y en las redes. La evaluación de una localización relativa moviliza a un conjunto de medidas de distancia y accesibilidad en los lugares elegidos como referencia. La localización relativa es una noción dinámica. Ésta debe definirse permanentemente teniendo en cuenta, a la vez, las evoluciones, los otros lugares considerados como referencia, y las accesibilidades, que son siempre medidas en una relación espacio-tiempo particular.

El término localización alude también al resultado de la acción que consiste en elegir la localización de un objeto en un lugar, teniendo en cuenta las ventajas relativas que la posición de ese lugar representa. El actor responsable de la localización debe responder a la pregunta siguiente: ¿dónde? Dónde habitar en el caso de una pareja frente a la elección de una localización residencial, dónde implantar la producción de un bien o de un servicio en el caso de una empresa, dónde ubicar un equipamiento colectivo en el caso del poder público con la seguridad de que, considerados los objetivos que éste se propuso, la localización retenida sea la más ventajosa.

Concretamente, la reflexión que precede a tal elección supone la movilización de una gran variedad de factores entre los cuales algunos tienen una dimensión espacial explícita. Para las empresas se tendrán particularmente en cuenta la localización y los costos de transporte de los recursos (materiales e inmateriales) necesarios para la producción (intrants), la localización de los competidores, o incluso por ejemplo la localización de los mercados y los costos de transporte generados por el envío de esos bienes o servicios en esos mercados. Para la localización residencial óptima, se considerarán más particularmente, por ejemplo, las localizaciones del trabajo, los costos de los terrenos y los costos de transporte entre el lugar de residencia y el lugar de trabajo. Se podrán también tener en cuenta las dimensiones menos objetivas ligadas a las representaciones espaciales que tienen los actores de esas localizaciones relativas. No obstante, observados sobre un gran número de casos, los parámetros que parecen intervenir sistemáticamente en estas preferencias espaciales son a la vez pocos y relativamente estables.

Se ha desarrollado toda una línea de investigación en torno al problema de la modelización de la localización óptima de una empresa, a partir de los trabajos pioneros de Weber (1909), sobre la localización óptima, y de Hotelling (1929), sobre la interacción de las localizaciones. Los desarrollos realizados posteriormente sobre estas cuestiones de localización fueron más en el sentido de un enriquecimiento de la aproximación económica y de los métodos de formalización, que en el de una renovación de las modalidades de tomar en cuenta el espacio. Los trabajos de la geografía económica proponen nuevas vías de investigación en estas direcciones.